Tal vez, queridos jueces, estemos ante lo más
duro,
una historia con una vida arrebatada de su
futuro.
Arrebatada por él, que asumió el rol de
verdugo
en el fin de un inocente ser, expulsado de
este mundo.
En el momento, por desgracia, no pude ver la
verdad,
ocultada por su verdugo en una falsa
enfermedad,
asegurada por un digno entierro, que me
impidió indagar
en cómo sus celos y su ira ejecutaron a un
pobre animal.
Ahora, queridos jueces, que todo pude entender,
me gustaría despedirme de quien pagó con lo más
cruel,
de quien pagó con su vida, con su futuro, con
su ser,
el ansia de un verdugo de mi cuerpo y mi alma poseer.
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