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Mostrando entradas de marzo, 2017

Juego de inspiración

Dulce inspiración, fuerte espasmo del alma, doloroso y placentero, del cerebro al papel viaja. Del cerebro al papel viaja y de mis dedos a las teclas, ese dulce cosquilleo cuando las musas al fin llegan. Cuando las musas al fin llegan y en palabras se convierten, en palabras escritas y sentimientos permanentes Sentimientos permanentes, en un espasmo del alma, cuando las musas llegan y del cerebro al papel viajan.

Soledad I

Mi reflejo me perturba, se esfuma la beldad, si nadie la recuerda, el espejo mentirá. Reuniones, veladas, con alcohol de más, risas arrancadas, problemas que se van. Rostros que me alientan, en la embriaguez a caminar, dichas noches sin voces y el vaso me hará llorar. Una noche, una cama, y un sonido singular, cruje la madera,  el terror se hace notar. Mis piernas, que tiemblan, tras el ruido van, comprueban la existencia de algo sin captar que lo que más me aterroriza, ¡es la maldita soledad!

El juicio de la señorita R — Capítulo IV

Tal vez, queridos jueces, estemos ante lo más duro, una historia con una vida arrebatada de su futuro. Arrebatada por él, que asumió el rol de verdugo en el fin de un inocente ser, expulsado de este mundo. En el momento, por desgracia, no pude ver la verdad, ocultada por su verdugo en una falsa enfermedad, asegurada por un digno entierro, que me impidió indagar en cómo sus celos y su ira ejecutaron a un pobre animal.     Ahora, queridos jueces, que todo pude entender, me gustaría despedirme de quien pagó con lo más cruel, de quien pagó con su vida, con su futuro, con su ser,  el ansia de un verdugo de mi cuerpo y mi alma poseer.

Un día

Mira a esa joven, parece una más, lo que ocurre en su vida no lo podrás imaginar. Se despierta entre sollozos, con pánico a soportar un día más siendo ella misma, sola con su soledad. Carga su mochila, sin despedirse se va un día más a clase, a su infierno personal. La entrada al infierno, la pasa sin parar en ningún momento de temer, de temblar. Comienza su día, día de golpes, día normal, día de palabras que golpean, a esa chica en un día más.

El juicio de la señorita R — Capítulo III

De un día para otro me con vi un collar, un collar de sumisión, símbolo de propiedad. Un collar que me separaba de toda individualidad y que me hizo despedirme de todo rastro de humanidad.     En la calle pretendía, siempre mi devoción tener, buscaba ser envidiado, que desearan su vida poseer. Mas adelante, mi mirada también quedó en su poder, su cólera llegaba, si no miraba al suelo o hacia él. Aquí, queridos jueces, llega el momento del contrato, contrato que le dio el «derecho» a ser el soberano de mi cuerpo y de mi alma, todo quedó en sus manos. Tal vez se pregunten, por qué mi firma está ahí, el motivo es sencillo, pensé que no lo iba a cumplir. Mi intención fue cambiarle,que quisiera vivir, sin saber que en ese momento, yo había dejado de existir.